Desmentir los mitos sobre las vacunas

A algunas personas les preocupa que el autismo pueda estar relacionado con las vacunas, pero los estudios han demostrado que no existe un vínculo entre recibir vacunas y desarrollar autismo.

Entonces, ¿cómo comenzó este mito? Comenzó con un estudio publicado en 1998 que sugería que la vacuna MMR (sarampión, paperas y rubéola), o la infección con el virus del sarampión que se produce naturalmente, podría causar autismo. Desde entonces, muchos estudios científicos han demostrado que no existe un vínculo entre las vacunas o cualquiera de sus ingredientes y el autismo. Se descubrió que la investigación utilizada en ese estudio era falsa, el médico que lo escribió perdió su licencia médica y la revista médica que lo publicó se retractó del artículo (creen que nunca debió haberse publicado).

La vacuna contra COVID-19 no afecta la fertilidad.  La verdad es que la vacuna COVID-19 alienta al cuerpo a crear copias de la proteína de pico que se encuentra en la superficie del coronavirus.  Esto “enseña” al sistema inmunitario del cuerpo a combatir el virus que contiene esa proteína específica.

Este mito comenzó con un informe falso en las redes sociales, que afirmaba que la proteína pico en COVID-19 era la misma que otra proteína pico llamada sincitina-1 que está relacionada con el crecimiento y la adherencia de la placenta durante el embarazo.  El informe falso sugirió que la vacuna haría que el cuerpo de una mujer luchara contra esta proteína de la espícula diferente y afectara la fertilidad.

Esto no es verdad.  Las dos proteínas de la espícula son completamente diferentes y la vacuna COVID-19 no afectará la fertilidad.

Recibir una vacuna COVID-19 no lo hará magnético, incluso en el lugar donde le ponen la vacuna, que generalmente es su brazo.

Todas las vacunas COVID-19 están libres de metales como hierro, níquel, cobalto, litio, aleaciones de tierras raras o cualquier producto manufacturado como microelectrónica, electrodos, nanotubos de carbono o semiconductores de nanocables.

No importa lo que haya visto en videos en línea con personas que se cuelgan cucharas de la cara, esa cuchara se pega porque los objetos, metálicos o no, se adhieren a la piel humana solo porque el sudor nos hace un poco pegajosos.  No hay imanes involucrados.